Los cultivos de invierno en la Unión Europea presentan, en general, una evolución positiva con buenas perspectivas de rendimiento, especialmente en países como España, Portugal, Rumanía, Bulgaria, Grecia y los Estados bálticos, donde se esperan resultados excepcionalmente altos. No obstante, las diferencias regionales se acentúan por las condiciones meteorológicas, con zonas afectadas por sequía persistente o precipitaciones excesivas. Las principales amenazas para los cultivos se localizan en regiones del centro y norte de Europa, donde las anomalías climáticas empiezan a traducirse en efectos visibles sobre el potencial de rendimiento. En países como Bélgica, Francia, Alemania, Polonia y Hungría, el déficit de precipitaciones, en algunos casos del 50 %, comienza a afectar negativamente al llenado de grano de los cultivos de invierno y a comprometer la evolución de los cultivos de verano, aún en fases iniciales
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